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A propósito del “Diario Objeto”

 

Alicia Barney, Nueva York, 1977

 

Quiero formar la imagen de un carácter orgánico en mi trabajo y desarrollar en sí una cualidad intrínsica, una realidad en arte relacionada estrechamente con procesos de crecimiento y decaecer, que se aproxime a una existencia virtualmente relacionada con la inmersión del arte Pop en la idea u objeto de la obra, pero enfatizando la duración limitada del ciclo vital.

 

Al adoptar el diario, busco un arte que tenga significado en mi vida diaria, que sea pertinente a todo lo que hago y soy. Rechazo al arte como actividad altamente especializada; un arte que se investiga a sí mismo en una tautología sin fin. Éste depende de una fuerte preocupación por la innovación técnica y la Historia del Arte.

 

Por el contrario la mayoría de las obras que se encuentran en los museos son artefactos o reliquias de civilizaciones pasadas. En su tiempo estos objetos tenían relación inmediata con el mundo al que pertenecían. La “rebanada de vida” se encuentra en el arte de todos los tiempos. Así justifico el ser artista y hacer arte.

 

Mi envolvimiento en la vida cósmica se proyecta en el ímpetu del momento crítico por el cual es capturado el objeto-símbolo. Es una integración del “acto de ver y el artista viendo”. Mi trabajo no es como una investigación científica. Toma inspiración en el diario vivir, sin embargo, está profundamente enraizado en un determinado sistema sociológico, de pensamiento y creencias.

 

El Diario reflexiona en todas esas características que son humanas. El objeto simbólico refleja mi envolvimiento, sin embargo retiene su identidad y mito, que es comprendido intuitivamente así como el objeto es inconciente del significado de sí mismo: “Lo que hoy es llamado un objeto de arte es un entendimiento degradado de un objeto mágico” (1). Aunque el Diario sea básicamente masturbatorio, se extiende hacia otros dominios. La autobiografía no pesa más de lo que traduce y así, es universal entre individuos. Presenta al ser a través de sus artículos reflejando y comentando intereses tanto personales como públicos, representados en el mundo material, dando así reconocimiento al correr del tiempo.

 

En el nivel físico, la escultura confronta a la gente con su propio cuerpo; el Diario analiza y rompe este mundo sólo para volver a organizarlo, así el objeto será olvidado  y recordado sin fin, convirtiéndose en casi no-existente.

 

Una vez que hayamos aceptado nuestra condición básica de aislamiento la comunicación en ciertos niveles es posible; la vida individual tiene denominadores comunes pues se vive en sociedad.

 

El Diario puede ser leído gracias a sus hileras formando cada una un “cuento”, sin embargo su significado es lo suficientemente evasivo para que sea distinto a cada cual. La experiencia humana es misteriosa. La percepción de la realidad es a la vez subjetiva y fragmentaria, aun así, es revelada a través de la materia.

 

Memoria y presente se unen. Lo objetos atraen los sentidos de quienes los miran y la experiencia es transferida, de ello depende la habilidad del Diario para existir por sí mismo.

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  1. Claes Oldemburg, Store Days (New York: Something Else Press Inc., 1967) p.60

     

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